martes, 29 de marzo de 2016

¡RECUPERADO EL DIBUJO ORIGINAL DE LA PORTADA DE ESTAMPAS DE ALDEA!


Otra buena noticia viene a sumarse al proyecto de reedición de Estampas de aldea con motivo del ochenta aniversario de su publicación.

En el domicilio de un familiar de Cobos ha aparecido el dibujo original de la portada de Estampas de aldea, obra del artista e ilustrador Miguel Prieto.

Curiosamente, y gracias al libro de contabilidad de Estampas, sabemos que el 5 de diciembre de 1934, Pablo de Andrés Cobos pagó 150 pesetas a Prieto por 12 dibujos y la portada.

La elección de Prieto como ilustrador de Estampas de aldea fue una apuesta arriesgada del maestro Cobos, que quiso dar a sus Estampas un aire moderno, innovador, y en cierta medida, rupturista.

El dibujo conserva anotaciones de cara a su reproducción como portada y podemos comprobar las ligeras correcciones que se realizaron.



Dibujo de la portada original de Estampas de aldea. Miguel Prieto, 1934.


Detalle del dibujo original con indicaciones. Miguel Prieto, 1934.



Portada definitiva de Estampas de aldea. Ed. revista Escuelas de España.



Libro contabilidad de Estampas de aldea, 1935. Archivo Enriqueta Castellanos.


Ilustración Tío Catite. Miguel Prieto para Estampas de aldea, 1934.



Ilustración El dia de la boda. Miguel Prieto para Estampas de aldea, 1934.




Para conocer más a Miguel Prieto os presentamos una biografía extraída de internet. Al final hay un enlace para acceder a una galería de su obra. Recomendamos su lectura y visionado.

Miguel Prieto es uno de los artistas más interesantes de las vanguardias históricas en España. Trabajó entre el surrealismo y el realismo social, y participó del dinamismo cultural que se generó en la II República española.

Miguel Prieto Anguita nació en 1907 en Almodóvar del Campo, Ciudad Real. Hijo de Isidro Prieto Santos y de Sofía Anguita Romero, su infancia la pasó en Almodóvar. Como otros artistas del siglo XX, su formación inicial es autodidacta, se siente influenciado e imita manifestaciones artísticas de su época y recurre al arte religioso. Con quince años, en 1922, deja el colegio y empieza a trabajar en Puertollano con Manuel Santo (primo de su padre), quien le inicia en el mundo de la escultura y la pintura. Sería un paso decisivo hacia su vocación y que en los últimos años se manifestaba. Con diecisiete años se traslada a Madrid e ingresa en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde pasaría a los estudios de Victorio Macho, del escultor Julio Prat y Julio Moisés, para completar su formación.

La dificultad de conseguir medios económicos hace que Miguel Prieto piense en solicitar algún tipo de ayuda por parte de las instituciones político-administrativas. Y es en el año 1926 cuando consigue una pensión de la Diputación Provincial de Ciudad Real, gracias a una copia del cuadro de Juan Antonio Benlliure “Por la patria”.

Reside en Madrid, pero el apego a su ciudad natal hace que todos los veranos vuelva a su casa paterna. En el verano de 1928 colabora en “El Pueblo Manchego”, un medio de comunicación impreso, dando a conocer su obra en la sección “Nuestros pintores”, donde ilustra personalidades del mundo de la música.

Debido a la continua participación y el interés que origina Miguel Prieto, lo valoran como joven promesa.

En un número extraordinario que saca “El Pueblo Manchego” en la Semana Santa de 1930 salen ilustrados sus dibujos de “La Oración del Huerto” y “El Descendimiento”.

En 1931, con 24-25 años, tres acontecimientos van a destacar la nueva etapa artística y vital del artista: en primavera, la llegada de la II República le crea ideologías hacia oposiciones de izquierda y hacia el marxismo; en otoño contrae matrimonio con Ángela Ruiz Jiménez, favoreciendo su estabilidad emocional; y a finales de ese mismo año empieza a preparar una exposición, donde muestra su madurez pictórica, en el Ateneo de Madrid.

A principios de 1932, expone individualmente en el Ateneo de Madrid; el éxito de público y de la crítica fue un gran impulso en su trayectoria. A partir de ahí se convirtió en un pionero del arte nuevo.

Juan de la Encina, desde el diario “El Sol” en su célebre columna de crítica artística le dedica un largo artículo a modo de carta diciendo:

“Entre los jóvenes que están desfilando por el saloncillo del Ateneo quiero citar hoy a un muchacho –Prieto Anguita-, que poco habrá rebasado de la veintena. Sus obras, como es ley de tal edad, están muy en agraz; pero al mismo tiempo revelan firme viento de porvenir. 

Yo creo que estamos en presencia de un futuro pintor armado de todas las armas. Color, dibujo rítmico, arte de la composición, sentido del volumen, humor y patetismo, según los casos, es lo que dan, al que sepa ver, sus obras primerizas. (…) Me interesa, pues por encima de ese tejido natural de influencias, lo que Prieto Anguita trae de su propia personalidad, y yo creo que es mucho”.

Realiza exposiciones en Madrid y comienza, como miembro del Partido Comunista, una militancia dentro de los denominados artistas revolucionarios –el arte debe servir a las masas-, donde tiene por compañeros a Emilio Prados, Alberti, Luis Cernuda…, entre otros. 

En su actividad durante estos años participa en la revista “Octubre”, dirigida por Rafael Alberti, como el responsable del guiñol de ésta, para la que hace títeres y decorados.

En 1934 colabora en el estreno del “Retablillo de Don Cristóbal”, de Federico García Lorca, y al año siguiente, con la ayuda de éste, crea el guiñol “La Tarumba”, representa la misma obra mencionada anteriormente y donde actuaba en el frente haciendo representaciones para los soldados.

Ilustra revistas de creación tan simbólicas como “Sur” y “El Tiempo Presente. Problemas de la nueva Cultura”.

Son años de formación y de búsqueda de estilo propio y desde los inicios en su estancia en Madrid entra en contacto con dos formas de entender el arte: por un lado, el arte burgués (impresionismo, positivismo, arte decorativo), y por otro, un ambiente renovador de las artes que se imponen cada vez más. En 1924, a través de la prensa, llegan las primeras noticias sobre el surrealismo francés; en 1925 Ortega y Gasset publica la “Deshumanización del Arte”, Guillermo de la Torre “Literaturas Europeas de Vanguardia” y en mayo uno de los mayores acontecimientos vanguardistas: la Exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos en el Palacio del Retiro, y todo esto no pasó inadvertido para Miguel Prieto.

En sus primeras obras buscaba la precisión del dibujo, el volumen de la figura, los valores de la luz, la pericia de la pincelada de toque rápido y la composición equilibrada. En su maduración va asimilando nuevas influencias y enfoques y se va decantando por nuevas formas de expresión con cierto dominio del arte primitivo y de volúmenes simplificados. A través de Victorio Macho se ubica hacia posiciones neocubistas muy cercanas a Picasso.
En los años treinta Miguel Prieto abarca las formas surrealistas, unifica lo racional y lo irracional. Junto con Rodríguez Luna fue uno de los pintores surrealistas más atrayentes del momento.

Su esfuerzo como pintor fue arriesgado y duro, su ideal artístico iba más allá del concepto del arte aceptado por la mayoría (objeto de decoración y de compra-venta) y propone un arte para la renovación social, su defensa de lo nuevo frente a lo viejo.

Al comienzo de la guerra civil ingresa en la Alianza de Intelectuales Antifascistas con Alberto, Bergamín, León Felipe y otros tantos.

Desde el comienzo de la guerra civil defiende con energía la causa de la República, realiza visitas al frente, donde organiza secciones de propaganda y prensa, ilustra las revistas de la Asociación de Intelectuales como “El Mono Azul” y crea “El Buque Rojo”, “Ejército del Ebro”, etc.

Es nombrado miembro del Consejo Central de Teatros y en 1937 “La Tarumba” actúa en el frente representando obras de Lorca y de Alberti. Viaja a la URSS con Miguel Hernández y Cipriano Rivas Cherif. Durante la guerra publica libros de dibujos como “Los dibujantes” o “Llanto en la sangre”, de Emilio Prados, exponiendo algunos, dentro del Pabellón Español, en la Exposición Internacional de París de 1937. Es nombrado miembro del Consejo Central del Teatro, presidido por Antonio Machado. En 1938 se traslada a Barcelona con el Gobierno de la República, y en los últimos momentos de la contienda bélica se encargaba del diseño del Extraordinario de Operaciones de Ejército del Ebro.

Acabada la guerra civil sale de España por la frontera francesa y sufre la encarcelación en un campo de concentración francés. En 1939, como otros muchos intelectuales y personas del mundo de la cultura, se traslada a México, donde colabora con Siqueiros en el mural del Sindicato de Electricistas y trabaja desde 1940 y hasta su muerte en diseño gráfico, pintura, escenografía, ilustración y edición de libros.

En su estancia en México (1940) se encarga del diseño gráfico e ilustración de la revista popular hispanoamericana, dirigida por el poeta Juan Rejano, “Romance” también heredaba de “Letras de México” y “El Hijo Pródigo”. Trabajó con Fernando Benítez en el suplemento cultural del diario “Novedades” con el cargo de director técnico y artístico.

En 1944 ilustra “Litoral” y otras publicaciones como “La Esfinge mestiza”, de Juan Lejano o “La Celestina”, de la editorial Leyenda. Todo esto reunió los afanes y sentidos de una cultura universal que cuajaría sin duda en el único ejemplar de “Ultramar” (1947).

En 1947 es nombrado responsable de las publicaciones del Instituto Nacional de Bellas Artes, en todos los impresos aparecían letras hechas a mano con mucha precisión. En 1948 expone en el Museo Nacional de Artes Plásticas de México; en 1952 participa en la Primera Exposición Conjunta de Artistas Plásticos Mexicanos y Españoles Residentes en México.

La impresión gráfica de Miguel Prieto, es indiscutible. Una de sus mayores obras es, sin duda, la edición de lujo de “Canto general” (1950), de Pablo Neruda, de la que se sentía especialmente orgulloso. En ella adecuó los medios puramente tipográficos a las necesidades del poema. Hoy esta obra se ha convertido en una joya bibliográfica.

Obra singular de Prieto es el mural pintado en uno de los pabellones del observatorio de Tonanzintla. El escritor Juan Rejano define esta obra como “la concepción poética del hombre” y hablaba de “la sustancia lírica capaz de transmutar en imágenes todo lo que toca”.

Muere de forma repentina en 1956 y se le tributó un homenaje en el Museo Nacional de Artes Plásticas. Sus restos descansan en el cementerio español de México D.F.

La obra de Miguel Prieto está considerada como una de las más importantes, por su calidad, de las vanguardias españolas de principios del siglo XX, aunque no ha tenido, al contrario de otros artistas, difusión en su tierra.

Miguel Prieto es un artista muy querido en México. Desde que murió son constantes los homenajes y estudios en los que podemos destacar un Exposición Homenaje del Ateneo Español de México (1957); otro homenaje en el Museo de Arte Contemporáneo Carrillo Gil de México (1996) y una edición titulada “Miguel Prieto”, diseño gráfico que recoge estudios de distintos autores y coetáneos.

GALERÍA DE OBRA DE MIGUEL PRIETO

http://s898.photobucket.com/user/visualplus/media/Miguel%20Prieto/espigadoras_Prieto_1937-1.jpg.html

LA CASA SEGOVIANA Y EL MARQUÉS DE LOZOYA

El reportaje fotográfico de "La Casa segoviana" forma parte del Archivo Fotográfico del Ateneo de Madrid. La difusión de estas imágenes tiene un fin exclusivamente educativo y cultural.

Juan de Contreras, marqués de Lozoya y segoviano ilustre, pronunció una conferencia en el Ateneo de Madrid el 27 de marzo de 1919 con el título: La casa segoviana en los reinados de Enrique IV y de Isabel.


Detalle ABC, jueves 27 de marzo de 1919.

El acto se anunciaba "con proyecciones" y el marqués de Lozoya debió ceder estas imágenes a la institución del Ateneo, que las ha conservado dentro de su archivo. Se compone de 22 placas de cristal para proyección e inicialmente están atribuidas al fotógrafo M. Moreno.

A pesar de esta atribución podemos concluir que el autor del reportaje es el fotógrafo segoviano Tirso Unturbe. Quizás la participación de M. Moreno sea la preparación de las placas de proyección, aspecto este poco aclarado.

Algunas de las fotografías del reportaje forman parte de la llamada Colección de Arte de Tirso e incluso aparecen numeradas. De parte de ellas se conserva la placa original. Es el caso de diez de ellas, lo que nos hace pensar que el resto sea del mismo autor.

La conferencia fue publicada en el Boletín de la Sociedad Española de Excursiones en 1921 y contiene fotografías también de Tirso Unturbe.

No es la única colaboración documentada del marqués de Lozoya y Unturbe. El marqués encargó a Tirso las fotografías del Tríptico de la Capilla de San Marcos de la iglesia de San Lorenzo para un artículo en el Boletín de la Sociedad de Excursiones en 1918.




Puerta de entrada de una casa románica del barrio de las Canonjías. Tirso Unturbe¿?. Hacia 1919. Archivo Fotográfico Ateneo de Madrid.


Arco de la Claustra, entrada al barrio de las Canonjías. Tirso Unturbe¿?. Hacia 1919. Archivo Fotográfico Ateneo de Madrid.


Puertas casas románicas del barrio de las Canonjías. Tirso Unturbe¿?. Hacia 1919. Archivo Fotográfico Ateneo de Madrid.


Puerta de una casa del barrio de las Canonjías. Tirso Unturbe¿?. Hacia 1919. Archivo Fotográfico Ateneo de Madrid.


Torre de Hércules. Tirso Unturbe. Hacia 1919. Archivo Fotográfico Ateneo de Madrid.

Confirmada autoría de Tirso Unturbe.


Claustro exterior de la iglesia de San Martín. Tirso Unturbe¿?. Hacia 1919. Archivo Fotográfico Ateneo de Madrid.


Plaza y torre de los Árias Dávila. Tirso Unturbe¿?. Hacia 1919. Archivo Fotográfico Ateneo de Madrid.


Palacio del Conde Alpuente. Tirso Unturbe. Hacia 1919. Archivo Fotográfico Ateneo de Madrid.

Confirmada autoría de Tirso Unturbe.


Patio de la casa del Regidor Diego de Rueda. Tirso Unturbe. Hacia 1919. Archivo Fotográfico Ateneo de Madrid.

Confirmada autoría de Tirso Unturbe.


Arco. Tirso Unturbe. Hacia 1919. Archivo Fotográfico Ateneo de Madrid.

Confirmada autoría de Tirso Unturbe.


Segovia. Fachadas de varias casas. Tirso Unturbe¿?. Hacia 1919. Archivo Fotográfico Ateneo de Madrid.

Casa de Buitrago, hoy en ruinas..


Patio interior de la casa de los Contreras de San Juan. Tirso Unturbe. Hacia 1919. Archivo Fotográfico Ateneo de Madrid.

Confirmada autoría de Tirso Unturbe.


Fachadas de edificios. Tirso Unturbe. Hacia 1919. Archivo Fotográfico Ateneo de Madrid.

Plaza del Conde de Cheste. Confirmada autoría de Tirso Unturbe.


Fachada de la Casa de los Picos. Tirso Unturbe¿?. Hacia 1919. Archivo Fotográfico Ateneo de Madrid.


Plaza de San Martín o de las Sirenas. Tirso Unturbe¿?. Hacia 1919. Archivo Fotográfico Ateneo de Madrid.

La fuente de las Sirenas en su antiguo emplazamiento.


Casa de los Salcedo, hoy Palacio Episcopal. Tirso Unturbe. Hacia 1919. Archivo Fotográfico Ateneo de Madrid.

Confirmada autoría de Tirso Unturbe.


Patio de la casa de Pedro de Segovia en la plaza del Corpus. Tirso Unturbe. Hacia 1919. Archivo Fotográfico Ateneo de Madrid.

Confirmada autoría de Tirso Unturbe.


Palacio del Marqués del Arco. Patio. Tirso Unturbe¿?. Hacia 1919. Archivo Fotográfico Ateneo de Madrid.


Fachada del Ayuntamiento en la Plaza Mayor. Tirso Unturbe. Hacia 1919. Archivo Fotográfico Ateneo de Madrid.

Confirmada autoría de Tirso Unturbe.


Detalle de la fachada de un edificio. Tirso Unturbe¿?. Hacia 1919. Archivo Fotográfico Ateneo de Madrid.

Casona del caballero Ortega Lara, hoy Archivo Histórico Provincial.


Palacio de los Marqueses de Quintanar. Tirso Unturbe¿?. Hacia 1919. Archivo Fotográfico Ateneo de Madrid.


Patio interior de un edificio. Tirso Unturbe. Hacia 1919. Archivo Fotográfico Ateneo de Madrid.

Patio del Marquesado, actual Colegio de Arquitectos. Confirmada autoría de Tirso Unturbe.

martes, 1 de marzo de 2016

PABLO DE ANDRÉS COBOS: MAESTRO EN LA GRANJA


Esta entrada se basa en el Trabajo de Fin de Máster de Javier Fernández sobre el Orfanato Nacional de El Pardo. Agradezco sinceramente las facilidades ofrecidas por Javier para la elaboración de la misma.



Pablo de A. Cobos, maestro en La Granja (1925-1931)

LO QUE HE HECHO EN MI ESCUELA POR LA EDUCACIÓN DE LOS NIÑOS DURANTE LOS TRES ÚLTIMOS AÑOS.

"En La Granja alcancé un rinconcito en donde respirar a gusto, sentí tristeza al partir y me parece que quedan allá florecillas de mi espíritu. Logré vivir y convivir dentro y fuera de las salas de clase. Más fuera que dentro."

...He reaccionado de muy distintas maneras y he vacilado mucho. Cada día menos; va triunfando la conciencia frente a la ley. (Aun así, en el verano de 1929, al encargarme de la dirección de la graduada, me preguntó un inspector, buen pedagogo y buen educador (D. Antonio Ballesteros), ¿qué piensa V. hacer? Y le respondí resueltamente: Comenzar por una escuela de tipo intelectualista).

¿Gracias a qué? Disciplinando lo temperamental y recogiendo experiencia ajena. Gracias a un poco de instinto profesional y a no escasa fortuna. Instinto para preferir, antes de conocerlas, las zonas profesionales en que están las mejores instituciones y los mejores maestros y fortuna que me ha permitido entrar en contacto directo con las unas y los otros.

El año 26, con una pensión de la Diputación Provincial de Segovia, pude hacer un viaje de tres meses para estudiar las mejores escuelas de España y me detuve en "Baixeras" y "La Farigola", "Escuela de Mar" y "Escuela de Bosque", en Barcelona; "La Florida", "Cervantes" e "Institución Libre de Enseñanza", en Madrid. El año veintinueve hice lo mismo en Francia, Bélgica y Suiza. Si algún día llego a ser maestro reconoceré que empecé a serlo con esas pensiones y cifro mi mayor orgullo profesional en merecer la amistad, aunque sea benévola, de los mejores maestros...

...Hay otro aspecto de mi tarea que no me deja tan descontento, que no acusa remordimientos, que no me mantuvo vacilante. Viví y conviví en esa escuela de La Granja que acaso hubiera llegado a ser mi escuela. Hay algo emocional en su recuerdo que me habla de energías consumidas que pueden verse cuajar y de cariño cierto en los niños que mejor me conocieron. Lo mejor de todo esto, fuera de las salas de clase. Cuando nos quedábamos en la escuela con cualquier pretexto o sin ninguno, cuando nos íbamos de paseo, cuando nos encontrábamos en la calle, cuando jugábamos juntos en la Pradera del Hospital, cuando hacíamos excursiones.

Un niño miente y se enfada veinte veces al día en la escuela, pero ni se enfada ni miente cuando juega o va de paseo con el maestro: lee con gusto el libro que él elige y marea a toda la familia hablando de las cosas en que pone su cariño. Entiende mal y responde con torpeza en las lecciones, y comprende bien e interviene correctamente en una conversación particular. Cobarde, insincero e impertinente dentro de la clase; sincero, llano y oportuno en la calle. Y gracias a la calle, a lo extraescolar, los niños de mi grado de la escuela de La Granja fueron manifestándose cada día más naturalmente ante mí.
Algo parecido me ocurría a mí mismo. Todas las ligaduras que sentía dentro de la clase quedaban rotas en cuanto me veía sin el trágico y concreto deber delante de los ojos. Y ahora, sí; sin vacilar, sin reparos, seguro de mí mismo, me entregaba a las reacciones naturales. Si mi saber me ha dado muchos temores, mi conducta me dió muy pocos y hasta me parece que ha valido siempre como ejemplo.

Y para esto, para buscarme un rincón dentro de aquella escuela, para vivir y convivir a mi gusto con aquellos niños, para resarcirme de aquel pesar de los programas y las lecciones, hice lo mejor de todo lo que de mí ha quedado en La Granja: una sociedad escolar infantil. Los niños de diez años, con una cuota de diez céntimos semanales, lograron algo esencialmente práctico y mucho de la categoría de lo espiritual imponderable. Una biblioteca; excursiones a Segovia, Ávila, El Escorial, Coca y Santa María de Nieva, Sepúlveda, Pedraza y Turégano, Riofrío; material para juegos deportivos. En otro orden: convivir entre sí por las comunes preocupaciones, con las niñas y conmigo, y algún hábito de autogobierno. Para la escuela lograron la simpatía de los padres, que por primera vez, me parece, se dieron cuenta de que la escuela era un ser vivo.

Gracias a todo esto, cuando los niños se cruzaban conmigo me decían adiós agitando la mano y abriendo la sonrisa y se les olvidó besar la mano, quitarse la boina y ceder la acera.

OBSTÁCULOS QUE HE ENCONTRADO PARA REALIZAR MI LABOR Y COMO LOS HE VENCIDO:

Hay obstáculos de carácter personal y, entre ellos, la falta de una formación profesional sistematizada. De las condiciones que tengo, las que estimo, se las debo a la ambición y a cierta rebeldía natural que me han salvado de la conformidad con lo definitivamente malo, del estancamiento en lo peor, del rutinarismo. Y me han conducido hacia dos lugares de educación verdadera: la Institución Libre de Enseñanza y la Escuela Cervantes. A estos dos centros les debo yo lo mejor de lo bueno que pueda tener como maestro, y, a la primera, mucho de lo bueno que pueda tener como hombre, por haber podido llegar fervorosamente hasta sus profesores. De unas cuantas conversaciones con el Sr. Cossío, con el Sr. Rubio, con el Sr. Blanco, con el Sr. do Rego y con el Sr. Gutiérrez y de algún trato con el Sr. Llorca he sacado direcciones e inquietudes que me durarán toda la vida. Y no poca confianza en mí mismo.

...Hay otro tipo de obstáculos; los profesionales: local, régimen, material, autoridades... Tienen cierto carácter general que excusa la exposición. Pero es articular mi mala suerte en cuanto a los compañeros, que hago constar por ser cierta. Salvando esta escuela de Barcelona, fué tan mala mi fortuna que solo hallé la ineptitud o la desgana, cuando no una estúpida envidia o una rivalidad totalmente ridícula por necia. Y este sí que es obstáculo fuerte porque no se puede ir a una escuela para reñir todos los días. Yo fuí a La Granja substituyendo a un maestro que sufrió la aplicación del artículo 171 y a colaborar con dos compañeros condenados a uno y dos meses de pérdida de sueldo. Toda clase de escándalos se conocían allí. Y aquí sí que me adjudico un triunfo. Los problemas de la escuela no volvieron a salir a la calle. Fué propósito firme del primer día que mantuve con éxito. Y me pertenece por entero porque ya hay, de nuevo, pública desavenencia.

Otra clase de obstáculos son los genuinamente locales. Podría hablar de estos muy ampliamente porque tiene una psicología muy característica aquel pueblo. Surgió en torno al palacio real y ha vivido siempre de la corte y de los cortesanos. Este vivir les dió una segunda naturaleza, de lacayo perfecto, a sus habitantes; lacayo que se convierte en señor tan pronto como desaparece el amo. Y unas condiciones tan extraordinarias para la mendicidad como para el hambre. La casa real no solo forzaba a los habitantes de La Granja a vida material miserable sino que les reducía a eso todo su vivir, sin espíritu, sin alma, sin conciencia.

Pero yo he escrito un libro para culpar al maestro vencido y no me gustaría hallarme entre tantos ni había de satisfacerme una rectificación. Me agrada mucho, en cambio, poder afirmar que gocé de respeto y prestigio en aquel ambiente tan desfavorable para mi sinceridad, mi indiferencia religiosa y mi socialismo. Aguanté con firmeza la ofensiva de alcaldes, caciques provinciales y obispos y basta mi conducta para mi defensa. Un poco de prudencia y mucha honradez, conducta limpia y clara servida por la inteligencia indispensable, aseguran el triunfo. Pude seguir paseando con los niños y conversando con la juventud sin miedo y sin alardes estúpidos.

Unas palabras sobre la juventud. Me propuse luchar contra el "bar”. Medite un plan para mi clase de adultos, organice una sociedad, hice lecturas y conversaciones, comencé a prestar libros... y no vencí al “bar". Tomé pocas precauciones, se llenó la sociedad de señoritos y me la mataron. Salvé una docena de muchachos que se aficionaron a mis conversaciones, a las lecturas y a caminar conmigo, de cuando en cuando, por la sierra. Intenté resucitar dos viejas aficiones locales: la pelota vasca y la música de cuerda. No lo conseguí. Nos faltó gana y dinero...




JEAN LAURENT EN SEGOVIA

Fotografías ofrecidas por el IPCE (Instituto del Patrimonio Cultural de España), del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Las fotografías son obra de Jean Laurent, cuyo archivo fotográfico está depositado en el IPCE. Se muestran sólo para su difusión cultural y sin ningún fin comercial.

Del fotógrafo Jean Laurent (1816-1886) ya conocemos su obra realizada en La Granja en distintas entradas de este blog.

Presentamos ahora su obra segoviana, sin incluir sus tipos populares. Hemos respetado el orden asignado por el propio fotógrafo dentro de su catálogo general y sus correspondientes duplicados. Así podemos comparar tomas similares donde sólo cambian pequeños detalles, principalmente figuras humanas, lo que nos da una idea del tiempo necesario para efectuar las tomas.

Recordemos que Laurent utilizó, para su obra segoviana, la técnica del colodión húmedo, que requería sensibilizar la placa de cristal con una solución húmeda en el momento de la toma. Esta técnica no permitía una gran producción fotográfica.

La serie más extensa (nº 1300 - 1330) se encuentra entre los reportajes de Barcelona y Sevilla.



121 Vista general de Segovia. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



121 Vista general de Segovia. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


287 El acueducto romano. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


287 Vista general del acueducto romano. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



287bis Vista general del acueducto romano. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



288 Fachada del Alcázar. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



289 El Alcázar visto desde la cuesta de los Hoyos. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


290 Portada de la iglesia de Santa Cruz. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


290 Portada de la iglesia de Santa Cruz. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


290 Portada de la iglesia de Santa Cruz. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



382 El acueducto romano. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



383 El acueducto romano. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



383 El acueducto romano. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



384 La Catedral desde la cuesta de los Hoyos. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



384 La Catedral desde la cuesta de los Hoyos. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



798 Vista del Alcázar, antes de su incendio. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


1300 Trozo detallado del acueducto romano. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


1300 Trozo detallado del acueducto romano. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1302 Puerta de San Andrés. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


1303 La casa de los picos. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


1303 La casa de los picos. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1304 Vista de la Catedral desde la plaza. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


1304bis Vista de la Catedral desde la plaza. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


1304bis Vista de la Catedral desde la plaza. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


1304bis Vista de la Catedral desde la plaza. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1305 Casas antiguas de la plaza. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1306 Patio de la casa del Marqués del Arco. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1306 Patio de la casa del Marqués del Arco. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1307 Iglesia de Santa Cruz. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1307 Iglesia de Santa Cruz. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1308 Vista de las murallas de Segovia. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1308 Vista de las murallas de Segovia. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1309 El Alcázar visto desde las grutas. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1309 El Alcázar visto desde las grutas. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1309bis El Alcázar visto desde las grutas. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1309bis El Alcázar visto desde las grutas. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1310 El Alcázar y la Catedral vistos desde la Fuencisla. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1311 Vista general de Segovia tomada desde las Nieves. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1311 Vista general de Segovia tomada desde las Nieves. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


1312 Puerta de Santiago. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


1313 El Arco de la Fuencisla. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1314 Fachada de San Juan. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1314 Fachada de San Juan. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


1315 Iglesia de San Juan por la parte de levante. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


1316 Iglesia de San Martín. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


1317 Portada de San Martín. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


1317 Portada de San Martín. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


1318 Vista general de San Esteban. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


1318 Vista general de San Esteban. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


1318 Vista general de San Esteban. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1319 Atrio de San Esteban. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1319 Atrio de San Esteban. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1320 Vista general de la iglesia de la Vera Cruz. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


1321 Portada de la iglesia de la Vera Cruz. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


1321 Portada de la iglesia de la Vera Cruz. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


1322 Iglesia de San Nicolás. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1323 Vista de la fábrica de monedas y del Parral. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.


1324 Fachada del Parral. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1325 Claustro del Parral. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1325 Claustro del Parral. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1325 Claustro del Parral. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1326 Sepulcros de la familia de los marqueses de Villena en la iglesia del Parral. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1331 Iglesia de San Lorenzo. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1331 Iglesia de San Lorenzo. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.



1976 Academia de artillería. Batería de costas. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.




1981 Academia de artillería. Grupo de alumnos. Jean Laurent, hacia 1870. IPCE.