domingo, 13 de mayo de 2018

SOBRE EL LIBRO VERANO ESPAÑOL, DE NORDAHL GRIEG


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Se presentó Verano español / Spansk sommer el pasado 12 de mayo en la librería Traficantes de Sueños y tuvimos la inmensa suerte de contar con Ernesto Viñas, de Brunete en la memoria, que junto a Ainhoa Zufriategui, editora, mantuvieron un animado diálogo.
















Como broche de oro de la presentación os dejamos una breve reseña que nos hace llegar Ernesto:

SOBRE EL LIBRO VERANO ESPAÑOL, DE NORDAHL GRIEG.

Pasados 80 años desde que fuera escrito, el libro Verano Español del noruego Nordhal Grieg, que hasta ahora solo estaba disponible en su idioma original, acaba de ser publicado también en castellano. Para Brunete en la Memoria esta es sin duda una buena noticia porque nos permitirá saber mucho más sobre los internacionalistas escandinavos que participaron en la GCE y porque los relatos que contiene este libro están directamente centrados en la batalla de Brunete o guardan una relación cercana con ella.

Oí hablar por primera vez de este autor hace unos 10 años, cuando por iniciativa de un amigo común  llegó a Quijorna el primer grupo de viajeros noruegos. Aquella visita al almacén – exposición que luego dio lugar al actual museo, y que entonces estaba en sus inicios y ocupaba solo una esquina del espacio que necesita ahora, fue una experiencia inolvidable. 50 nórdic@s en este pequeño pueblo de Madrid llaman la atención, y más si nadie conoce si vienen a ver algo concreto (y en este caso además oculto) o se han perdido de camino a otro sitio. Recuerdo que de ese primer grupo me impactaron sus modales tan educados, la admiración que sentían por sus compatriotas encuadrados en la XI Brigada Internacional y el enorme aprecio que transmitían por la II República española. Desde entonces, la sucesiva llegada de nuevos grupos de noruegos ha ido asentado su costumbre de visitar Quijorna cada mes de octubre para pisar y conocer, aunque sea someramente, el viejo campo de batalla en el que una compañía de escandinavos formada por noruegos, daneses, suecos y finlandeses luchó junto a españoles, alemanes, austríacos, belgas y franceses.

Dos amigos que hice en ese primer grupo me mandaron al poco el fantástico libro sobre el Hospital Sueco – Noruego de Alcoi y un par de capítulos traducidos del noruego al inglés del libro Verano Español, de Grieg. Cuando hace poco supe que se preparaba una edición en castellano de este libro, recordé cómo su lectura parcial despertó mi interés por los combatientes escandinavos del batallón Thaelman, el personal médico del hospital de Alcoi, por Lise Linbaek, Gerda Grepp y Nordhal Grieg, todos implicados intensamente con la defensa de la causa republicana, ya estuvieran empuñando un arma, manejando instrumental médico o usando una máquina de escribir.



Una vez que he podido leer entera la cuidada edición que ya está en las librerías, los breves relatos que forman este libro me han parecido tan interesantes como los primeros que leí hace años. Los veo tan reales y creíbles que me parecen equiparables a las fotos que tomó aquí Gerda Taro, porque son como imágenes hechas con palabras, que van a lo esencial y encajan perfectamente con el resto de información que tenemos. Verano español está escrito por alguien que viene de una latitud geográfica y cultural lejana, pero que es capaz de sentir una enorme cercanía y solidaridad con los civiles y los combatientes que tiene alrededor, porque comparte la misma lucha antifascista.

A lo largo de estas “fotos” hechas con palabras, Nordhal incide varias veces en el papel tan importante que tiene la cultura como herramienta de liberación y de superación de las injusticias, pero también señala lo insuficiente que le resulta su propia contribución hecha “solo” desde la escritura. Él siente intensamente y repite que son los civiles que aguantan bombardeos y privaciones y los combatientes de las trincheras quienes están defendiendo eficazmente la democracia, y no los escritores reunidos en el II Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura (que tuvo lugar entre los días 2 y 12 de julio de 1937 en  Valencia, Barcelona y Madrid). Por ese convencimiento, y por haber sabido insistir hasta lograrlo, él fue uno de los escasísimos intelectuales que consiguieron el necesario permiso del alto mando para visitar el campo de batalla. Grieg habría entrado en la zona de lucha en dos ocasiones, siendo la segunda el día 24, el mismo en que los republicanos perdieron Brunete, de forma que pudo ver de cerca el combate, los bombardeos y el peor momento hasta entonces de la 11 división de Lister; todo desde la primera línea de la 35 división, situada entre los pueblos de Brunete y Quijorna. Desde la percepción de Nordhal Grieg de que la cultura es fundamental pero no basta para ganar la guerra a la reacción y al fascismo, un ejemplo para él será su amigo Ludwig Renn, un oficial y escritor alemán veterano de la I Guerra Mundial que asistió al II Congreso e inmediatamente se puso al frente del Estado Mayor de la XI brigada internacional, que entraba en la batalla.

En relación con la importancia que Grieg le otorga a la cultura, hay que recordar el enorme esfuerzo que antes de la guerra hacían los gobiernos progresistas de la II República por acercar el cine, el teatro y los libros a la clase trabajadora y especialmente, a los pueblos más apartados de España. En este sentido, son impresionantes y muy descriptivas las fotografías que muestran a campesinos de todas las edades viendo su primera película de cine gracias a las Misiones Culturales. Del mismo modo, en el frente, incluso en primera línea y literalmente bajo el fuego franquista, trabajaron intensamente las Milicias de la Cultura, luchando contra el analfabetismo entre las tropas y fomentando la lectura y la confección de prensa impresa y mural en todas las unidades. Una modesta pero irrefutable prueba de esto la aportan los numerosos tinteros de vidrio que hemos recogido en las trincheras republicanas que atraviesan el viejo campo de batalla de Brunete. No cabe duda de que Nordhal Grieg, Ludwig Renn, y tantos otros que pensaban como ellos, sí contribuyeron de manera real y perceptible a la lucha republicana, que si tuvo el resultado conocido fue casi con seguridad por los efectos de la No Intervención, que ellos tanto denunciaron.




Dos constantes atraviesan la mayor parte de los relatos que componen Verano Español: la admiración que siente el autor por las cualidades, el entusiasmo y la resistencia del pueblo y el espanto compartido con los civiles ante los bombardeos aéreos masivos y reiterados. Seguramente, a la destrucción física que causaba esta nueva arma aportada por nazis e italianos a la sublevación hay que añadir su impacto moral, quizás todavía mayor. Los nuevos medios de bombardeo eran entonces un recurso militar en fase experimental que se empleaba por primera vez en condiciones reales para conseguir el terror. Franco, cooperador necesario, permitió que Hitler y Mussolini usaran las ciudades y los frentes republicanos como un gran polígono de pruebas para ajustar equipos, tripulaciones y tácticas con vistas a usarlos poco después sobre las poblaciones del resto de Europa. España se convirtió así en la primera víctima de esta nueva forma de crimen de guerra que en breve alcanzaría a otros países y pocos años más tarde se volvería contra el propio Reich, con inigualable intensidad.

Me gustó especialmente la descripción que hace Grieg del tiempo que la XI brigada pasó en Villalba, recuperándose de la batalla de Brunete, paso previo a la de Belchite. El intenso vínculo de camaradería creado entre los combatientes del Ejército popular y los escandinavos no terminó con la salida de los brigadistas internacionales en octubre de 1938. Pocos meses después de la derrota republicana, la guerra de agresión iniciada por el III Reich contra Polonia en septiembre de 1939 no tardó en alcanzar Dinamarca y Noruega. En mayo de 1940 cerca de 900 republicanos españoles enrolados en la Legión Extranjera Francesa participaron en el desembarco aliado en la ciudad noruega de Narvik, que llegó a ser brevemente liberada de los nazis a un precio altísimo para los desembarcados: 500 españoles murieron en esa bahía. El internacionalismo, fiel a su esencia, funcionó en los dos sentidos entre Iberia y Escandinavia.

Si en algún momento leéis Verano Español, recomiendo poner mucha atención al acertado prólogo que escribió Emilio Silva, y por supuesto también al discurso de Nordhal Grieg ante el II Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura que cierra el libro. Para terminar, quiero agradecer a la librería Traficantes de Sueños, a Ainhoa Zufriategui y a Aku Estebaranz su confianza al permitirme tomar parte en una de las presentaciones públicas que merece este breve pero necesario y esperado libro. ¡Salud!

Ernesto Viñas.

1 comentario:

  1. Un pequeño apunte: no es cierto que murieran 500 republicanos españoles en la batalla de Narvik en 1940. La cifra de bajas de la 13 Demi Brigade de la Legión extranjera francesa donde estaban encuadrados esos combatientes es de aproximadamente 70 fallecidos de los que 16 o 18 eran españoles. La cifra de 500 españoles muertos en ese combate está completamente exagerada y ha sido rebatida por varios estudios posteriores. Lo cual no quita mérito alguno al sacrificio de tantos republicanos que acudieron a combatir a los nazis en Noruega infringiendo a los alemanes la primera derrota terrestre de la Segunda Guerra Mundial. Las decisiones políticas convirtieron ese éxito en una victoria pírrica al ordenar el re-embarque aliado cuando las tropas alpinas enemigas ya estaban derrotadas.
    La mayoría de los supervivientes acabarían en las fuerzas de la Francia Libre (en uno u otro momento de la guerra) y otros en el SOE británico realizando operaciones encubiertas y de contrainteligencia.

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