Ayuda. Semanario de la solidaridad fue una publicación editada por la Sección Española del Socorro Rojo Internacional, organización vinculada a la Internacional Comunista, que compaginaba la actividad humanitaria con la propaganda política. Comenzó a editarse en febrero de 1936, meses antes del inicio de la Guerra Civil española, con una periodicidad en inicio quincenal, pero que pronto pasó a ser semanal.
Contó con importantes colaboradores -Miguel Hernández, Rafael Alberti, Mª Teresa León y un largo etcétera- y tenía una importante presencia femenina, tanto en sus redactoras, como en los temas que abordaba.
En el nº 50, del 11 de julio de 1937 aparece una doble página compartida por dos intelectuales comprometidos con la República, el poeta Antonio Machado y el premio Nobel Jacinto Benavente.
Transcribimos sus palabras:ANTONIO MACHADO Y JACINTO BENAVENTE AL SERVICIO DE LA REPÚBLICA
"Por encima, por debajo y a través de la truhanería inagotable de la política internacional burguesa, vigila la conciencia universal de los trabajadores".
(A. Machado)
MEDITACIÓN DEL DÍA
A mis amigos del S.R.I.
Frente a la palma de fuego
que deja el sol que se va,
en la tarde silenciosa
y en este jardín de paz,
mientras Valencia florida
se bebe el Guadalaviar.
-Valencia de finas torres,
en el lírico cielo de Ausías March,
trocando su río en rosas
antes que llegue a la mar-,
pienso en la guerra. La guerra
viene como un huracán
por los páramos del alto Duero,
por las llanuras de pan llevar,
desde la fértil Extremadura
a estos jardines de limonar,
desde los grises cielos astures
a las marismas de luz y sal.
Pienso en España vendida toda
de río a río, de monte a monte, de mar a mar.
Toda vendida a la codicia extranjera: el suelo, el cielo y el subsuelo. Vendida toda por lo que pudiéramos llamar -perdonadme lo paradójico de la expresión- la trágica frivolidad de los reaccionarios.
Y es que, en verdad, el precio de las grandes traiciones suele ser insignificante en proporción a cuanto se arriesga para realizarlas, y a los terribles males que siguen de ellas, y sus motivos no son menos insignificantes y mezquinos, aunque siempre turbios e inconfesables.
Si preguntáis: Aparte de los treinta dineros, ¿porqué vendió Judas al Cristo?, os veríais en grave aprieto para responderos.
Yo he leído los cuatro Evangelios canónicos para hallar una respuesta categórica a este asunto. No la he encontrado. Pero la hipótesis más plausible sería esta: Entre los doce apóstoles que acompañaban a Jesús, era Judas el único mentecato. En el análisis psicológico de las grandes traiciones encontraréis siempre la trágica mentecatez del Iscariote. Si preguntáis ahora ¿porqué esos militares rebeldes volvieron contra el pueblo las mismas armas que el pueblo había puesto en sus manos para la defensa de la nación? ¿Porqué no contentos con esto, abrieron las fronteras y puertos de España a los anhelos imperialistas de las potencias extranjeras? Yo os contestaría : en primer lugar, por los treinta dineros de Judas, quiero decir por las míseras ventajas que obtendrían ellos, los pobres traidores a España, en el caso de una plena victoria de las armas de Italia y Alemania en nuestro suelo. En segundo lugar, por la rencorosa frivolidad, no menos judaica, que no mide nunca la consecuencia de sus actos. Ellos se rebelaron contra un Gobierno de hombres honrados, atentos a las aspiraciones más justas del pueblo, cuya voluntad legítimamente representaban. ¿Cuál era el gran delito de este Gobierno lleno de respeto, de mesura y de tolerancia? Gobernar en un sentido de porvenir, que es el sentido esencial de la historia. Para derribar a este Gobierno, que ni había atropellado ningún derecho ni olvidado ninguno de sus deberes, decidieron vender a España entera a la reacción europea. Por fortuna la venta se ha realizado en falso, como siempre que el vendedor no dispone de la mercancía que ofrece. Porque a España, hoy como ayer, la defiende el pueblo, es el pueblo mismo, algo muy difícil de enajenar. Porque por encima y por debajo y a través de la truhanería inagotable de la política internacional burguesa, vigila la conciencia universal de los trabajadores.
¡Viva España! ¡Viva el pueblo! ¡Viva el Socorro Rojo Internacional! ¡Viva la República española!
ANTONIO MACHADO
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