Otra buena noticia viene
a sumarse al proyecto de reedición de Estampas de aldea con motivo del ochenta
aniversario de su publicación.
En el domicilio de un
familiar de Cobos ha aparecido el dibujo original de la portada de Estampas de
aldea, obra del artista e ilustrador Miguel Prieto.
Curiosamente, y gracias
al libro de contabilidad de Estampas, sabemos que el 5 de diciembre de 1934,
Pablo de Andrés Cobos pagó 150 pesetas a Prieto por 12 dibujos y la portada.
La elección de Prieto
como ilustrador de Estampas de aldea fue una apuesta arriesgada del maestro
Cobos, que quiso dar a sus Estampas un aire moderno, innovador, y en cierta
medida, rupturista.
El dibujo conserva
anotaciones de cara a su reproducción como portada y podemos comprobar las
ligeras correcciones que se realizaron.
Dibujo de la portada original de Estampas de aldea. Miguel Prieto, 1934.
Detalle del dibujo original con indicaciones. Miguel Prieto, 1934.
Portada definitiva de Estampas de aldea. Ed. revista Escuelas de España.
Libro contabilidad de Estampas de aldea, 1935. Archivo Enriqueta Castellanos.
Ilustración Tío Catite. Miguel Prieto para Estampas de aldea, 1934.
Ilustración El dia de
la boda. Miguel Prieto para Estampas de aldea, 1934.
Para conocer más a
Miguel Prieto os presentamos una biografía extraída de internet. Al final hay
un enlace para acceder a una galería de su obra. Recomendamos su lectura y
visionado.
Miguel Prieto es uno de
los artistas más interesantes de las vanguardias históricas en España. Trabajó
entre el surrealismo y el realismo social, y participó del dinamismo cultural
que se generó en la II República española.
Miguel Prieto Anguita
nació en 1907 en Almodóvar del Campo, Ciudad Real. Hijo de Isidro Prieto Santos
y de Sofía Anguita Romero, su infancia la pasó en Almodóvar. Como otros
artistas del siglo XX, su formación inicial es autodidacta, se siente
influenciado e imita manifestaciones artísticas de su época y recurre al arte
religioso. Con quince años, en 1922, deja el colegio y empieza a trabajar en
Puertollano con Manuel Santo (primo de su padre), quien le inicia en el mundo
de la escultura y la pintura. Sería un paso decisivo hacia su vocación y que en
los últimos años se manifestaba. Con diecisiete años se traslada a Madrid e
ingresa en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde pasaría a los
estudios de Victorio Macho, del escultor Julio Prat y Julio Moisés, para
completar su formación.
La dificultad de
conseguir medios económicos hace que Miguel Prieto piense en solicitar algún
tipo de ayuda por parte de las instituciones político-administrativas. Y es en
el año 1926 cuando consigue una pensión de la Diputación Provincial de Ciudad
Real, gracias a una copia del cuadro de Juan Antonio Benlliure “Por la patria”.
Reside en Madrid, pero
el apego a su ciudad natal hace que todos los veranos vuelva a su casa paterna.
En el verano de 1928 colabora en “El Pueblo Manchego”, un medio de comunicación
impreso, dando a conocer su obra en la sección “Nuestros pintores”, donde
ilustra personalidades del mundo de la música.
Debido a la continua
participación y el interés que origina Miguel Prieto, lo valoran como joven promesa.
En un número
extraordinario que saca “El Pueblo Manchego” en la Semana Santa de 1930 salen
ilustrados sus dibujos de “La Oración del Huerto” y “El Descendimiento”.
En 1931, con 24-25 años,
tres acontecimientos van a destacar la nueva etapa artística y vital del
artista: en primavera, la llegada de la II República le crea ideologías hacia
oposiciones de izquierda y hacia el marxismo; en otoño contrae matrimonio con
Ángela Ruiz Jiménez, favoreciendo su estabilidad emocional; y a finales de ese
mismo año empieza a preparar una exposición, donde muestra su madurez
pictórica, en el Ateneo de Madrid.
A principios de 1932,
expone individualmente en el Ateneo de Madrid; el éxito de público y de la
crítica fue un gran impulso en su trayectoria. A partir de ahí se convirtió en
un pionero del arte nuevo.
Juan de la Encina, desde
el diario “El Sol” en su célebre columna de crítica artística le dedica un
largo artículo a modo de carta diciendo:
“Entre los jóvenes que
están desfilando por el saloncillo del Ateneo quiero citar hoy a un muchacho
–Prieto Anguita-, que poco habrá rebasado de la veintena. Sus obras, como es
ley de tal edad, están muy en agraz; pero al mismo tiempo revelan firme viento
de porvenir.
Yo creo que estamos en presencia de un futuro pintor armado de
todas las armas. Color, dibujo rítmico, arte de la composición, sentido del
volumen, humor y patetismo, según los casos, es lo que dan, al que sepa ver,
sus obras primerizas. (…) Me interesa, pues por encima de ese tejido natural de
influencias, lo que Prieto Anguita trae de su propia personalidad, y yo creo
que es mucho”.
Realiza exposiciones en
Madrid y comienza, como miembro del Partido Comunista, una militancia dentro de
los denominados artistas revolucionarios –el arte debe servir a las masas-,
donde tiene por compañeros a Emilio Prados, Alberti, Luis Cernuda…, entre
otros.
En su actividad durante estos años participa en la revista “Octubre”,
dirigida por Rafael Alberti, como el responsable del guiñol de ésta, para la
que hace títeres y decorados.
En 1934 colabora en el
estreno del “Retablillo de Don Cristóbal”, de Federico García Lorca, y al año
siguiente, con la ayuda de éste, crea el guiñol “La Tarumba”, representa la
misma obra mencionada anteriormente y donde actuaba en el frente haciendo representaciones
para los soldados.
Ilustra revistas de creación tan simbólicas como “Sur” y “El Tiempo Presente.
Problemas de la nueva Cultura”.
Son años de formación y
de búsqueda de estilo propio y desde los inicios en su estancia en Madrid entra
en contacto con dos formas de entender el arte: por un lado, el arte burgués
(impresionismo, positivismo, arte decorativo), y por otro, un ambiente
renovador de las artes que se imponen cada vez más. En 1924, a través de la
prensa, llegan las primeras noticias sobre el surrealismo francés; en 1925
Ortega y Gasset publica la “Deshumanización del Arte”, Guillermo de la Torre
“Literaturas Europeas de Vanguardia” y en mayo uno de los mayores
acontecimientos vanguardistas: la Exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos
en el Palacio del Retiro, y todo esto no pasó inadvertido para Miguel Prieto.
En sus primeras obras
buscaba la precisión del dibujo, el volumen de la figura, los valores de la
luz, la pericia de la pincelada de toque rápido y la composición equilibrada.
En su maduración va asimilando nuevas influencias y enfoques y se va decantando
por nuevas formas de expresión con cierto dominio del arte primitivo y de
volúmenes simplificados. A través de Victorio Macho se ubica hacia posiciones
neocubistas muy cercanas a Picasso.
En los años treinta
Miguel Prieto abarca las formas surrealistas, unifica lo racional y lo
irracional. Junto con Rodríguez Luna fue uno de los pintores surrealistas más
atrayentes del momento.
Su esfuerzo como pintor
fue arriesgado y duro, su ideal artístico iba más allá del concepto del arte
aceptado por la mayoría (objeto de decoración y de compra-venta) y propone un
arte para la renovación social, su defensa de lo nuevo frente a lo viejo.
Al comienzo de la guerra
civil ingresa en la Alianza de Intelectuales Antifascistas con Alberto,
Bergamín, León Felipe y otros tantos.
Desde el comienzo de la
guerra civil defiende con energía la causa de la República, realiza visitas al
frente, donde organiza secciones de propaganda y prensa, ilustra las revistas
de la Asociación de Intelectuales como “El Mono Azul” y crea “El Buque Rojo”,
“Ejército del Ebro”, etc.
Es nombrado miembro del
Consejo Central de Teatros y en 1937 “La Tarumba” actúa en el frente
representando obras de Lorca y de Alberti. Viaja a la URSS con Miguel Hernández
y Cipriano Rivas Cherif. Durante la guerra publica libros de dibujos como “Los
dibujantes” o “Llanto en la sangre”, de Emilio Prados, exponiendo algunos,
dentro del Pabellón Español, en la Exposición Internacional de París de 1937.
Es nombrado miembro del Consejo Central del Teatro, presidido por Antonio
Machado. En 1938 se traslada a Barcelona con el Gobierno de la República, y en
los últimos momentos de la contienda bélica se encargaba del diseño del
Extraordinario de Operaciones de Ejército del Ebro.
Acabada la guerra civil
sale de España por la frontera francesa y sufre la encarcelación en un campo de
concentración francés. En 1939, como otros muchos intelectuales y personas del
mundo de la cultura, se traslada a México, donde colabora con Siqueiros en el
mural del Sindicato de Electricistas y trabaja desde 1940 y hasta su muerte en
diseño gráfico, pintura, escenografía, ilustración y edición de libros.
En su estancia en México
(1940) se encarga del diseño gráfico e ilustración de la revista popular
hispanoamericana, dirigida por el poeta Juan Rejano, “Romance” también heredaba
de “Letras de México” y “El Hijo Pródigo”. Trabajó con Fernando Benítez en el
suplemento cultural del diario “Novedades” con el cargo de director técnico y artístico.
En 1944 ilustra
“Litoral” y otras publicaciones como “La Esfinge mestiza”, de Juan Lejano o “La
Celestina”, de la editorial Leyenda. Todo esto reunió los afanes y sentidos de
una cultura universal que cuajaría sin duda en el único ejemplar de “Ultramar”
(1947).
En 1947 es nombrado
responsable de las publicaciones del Instituto Nacional de Bellas Artes, en
todos los impresos aparecían letras hechas a mano con mucha precisión. En 1948
expone en el Museo Nacional de Artes Plásticas de México; en 1952 participa en
la Primera Exposición Conjunta de Artistas Plásticos Mexicanos y Españoles
Residentes en México.
La impresión gráfica de
Miguel Prieto, es indiscutible. Una de sus mayores obras es, sin duda, la
edición de lujo de “Canto general” (1950), de Pablo Neruda, de la que se sentía
especialmente orgulloso. En ella adecuó los medios puramente tipográficos a las
necesidades del poema. Hoy esta obra se ha convertido en una joya
bibliográfica.
Obra singular de Prieto
es el mural pintado en uno de los pabellones del observatorio de Tonanzintla.
El escritor Juan Rejano define esta obra como “la concepción poética del
hombre” y hablaba de “la sustancia lírica capaz de transmutar en imágenes todo
lo que toca”.
Muere de forma repentina
en 1956 y se le tributó un homenaje en el Museo Nacional de Artes Plásticas.
Sus restos descansan en el cementerio español de México D.F.
La obra de Miguel Prieto
está considerada como una de las más importantes, por su calidad, de las
vanguardias españolas de principios del siglo XX, aunque no ha tenido, al
contrario de otros artistas, difusión en su tierra.
Miguel Prieto es un
artista muy querido en México. Desde que murió son constantes los homenajes y
estudios en los que podemos destacar un Exposición Homenaje del Ateneo Español
de México (1957); otro homenaje en el Museo de Arte Contemporáneo Carrillo Gil
de México (1996) y una edición titulada “Miguel Prieto”, diseño gráfico que
recoge estudios de distintos autores y coetáneos.
GALERÍA DE OBRA DE
MIGUEL PRIETO